El derecho a la libertad

El 1 de marzo de 2018, en su mensaje de apertura de las sesiones legislativas ante el Congreso de la Nación, el entonces presidente Mauricio Macri hizo dos anuncios sumamente importantes que terminaron con una prohibición política que ni siquiera Cristina Kirchner en sus largos años de gobierno se animó a transgredir. Macri habló de la crisis de embarazos adolescentes que asolaba a nuestro país y de la necesidad de debatir una ley de aborto. Un verdadero «sacrilegio político» que tuvo consecuencias extraordinariamente positivas para las niñas, adolescentes y mujeres argentinas, así como para el bienestar del conjunto de la sociedad e incluso para las arcas del Estado. ¿Qué dijo el ex presidente?
«Cada año más de 100 mil chicas, menores de 19 años, quedan embarazadas. Y 7 de cada 10 de esos embarazos no son intencionales. Las vidas de esas jóvenes cambian para siempre. Muchas abandonan la escuela, y eso afecta sus posibilidades de conseguir trabajo y desarrollar un proyecto de vida…Estamos trabajando con el equipo de Desarrollo Social, Salud y Educación en una iniciativa integral para que, en las escuelas, en los centros de salud y en las comunidades, haya profesionales que acompañen y asesoren a los chicos en educación sexual, salud reproductiva y métodos anticonceptivos. Sólo con información van a tener la libertad de elegir qué quieren para su vida. Hace 35 años que se viene postergando un debate muy sensible que como sociedad nos debemos: el aborto…Por eso, vemos con agrado que el Congreso incluya este tema en su agenda de este año».
La cara más dramática de esta tragedia social la viví un domingo al salir de la Iglesia Cacupé, en la villa 21-24 en Barracas. Al terminar la misa, un cura villero que saludaba en la puerta me presentó a una joven. «Es abuela», me comentó cariñosamente por lo bajo. La chica de 29 años se acercó y nos saludó, acompañada por una hija de 16, que llevaba en brazos un bebe de menos de un año y de la mano un niño de 2. Mi cerebro tardó en procesar lo que veía. ¿Abuela a los 29 años? ¿Qué oportunidades tuvieron esas chicas de elegir? Yo conocía muy bien la realidad del embarazo precoz y la pobreza infantil, porque en todos mis años como legisladora y senadora no había logrado que el sistema político reaccionara. Entre las ruinas inmundas y malolientes del Elefante Blanco(*), una mole gigantesca en Ciudad Oculta que debió ser un hospital público y quedó inacabado durante medio siglo, había visto cómo parejas adolescentes vivían allí y criaban bebés y niños pequeños en medio de la basura, la caca de los perros y jóvenes zombies tirados en los rincones bajo los efectos del paco, las drogas y la pobreza.
En 2018 el gobierno de Juntos por el Cambio puso en marcha el Plan ENIA, un plan interministerial de prevención del embarazo no intencional adolescente. El Congreso aprobó la ley de aborto no punible en 2020 durante el gobierno de Alberto Fernández. En cinco años, de 2018 a 2023, los embarazos adolescentes se redujeron a la mitad. Contrariamente a lo que vaticinaban sus detractores, la cantidad de abortos legales realizados anualmente no “explotó”, se mantuvo estable desde la sanción de la ley.
Lamentablemente, como cuenta en esta entrevista Silvina Ramos, socióloga y ex directora técnica del Plan ENIA, el gobierno de Javier Milei desmanteló sin miramientos el plan, con serias consecuencias no solo para las niñas y adolescentes, sino para el conjunto de la sociedad.
M&C: ¿Cuál era la situación de los embarazos no queridos en la adolescencia y la niñez al momento de lanzar el Plan ENIA?
Silvina Ramos: La Argentina mostraba tasas de fecundidad adolescente, que es la cantidad de hijos que tienen las adolescentes por año, altas en comparación con otros países de América Latina, y ni que hablar respecto de Europa y otras regiones del mundo desarrollado. Aún cuando la tasa de fecundidad de las mujeres adultas venía bajando en la Argentina, la de las adolescentes mostraba una resistencia a descender. Eso llamaba la atención. Por otra parte, a esa altura había varios estudios que mostraban el impacto negativo que tenía la maternidad temprana sobre la vida de las adolescentes, también de los varones, pero sobre todo de las mujeres adolescentes.
¿Qué señalaban estos estudios?
La maternidad temprana trunca las trayectorias educativas de las adolescentes porque se les hace muy difícil, cuando no imposible, conciliar las responsabilidades de educación con las responsabilidades de crianza. Entonces, una proporción importante de las adolescentes que son madres deja la escuela. No terminar siquiera el colegio secundario tiene un impacto muy negativo. Una persona que está menos educada está menos calificada, tiene menos oportunidades de ingresar al mercado de trabajo, y cuando ingresa lo hace en actividades más precarias, asociadas a ingresos menores, a salarios peores. Con estadísticas oficiales, a través del sistema informático perinatal, sabíamos que 7 de cada 10 de esos nacimientos en chicas menores de 19 años eran embarazos no intencionales, embarazos no buscados, no queridos, que no se habían planificado, usemos el verbo que queramos, pero a todo fin práctico no habían sido queridos por ellas. Frente a este panorama, las garantías del derecho a tomar decisiones libres respecto de cuándo ser madre, en qué momento de la vida y en qué condiciones, también estaban fuertemente vulneradas con este dato que aparecía en escena.
¿Qué porcentaje era de clases bajas y qué porcentaje de clases medias y medias altas?
Estadísticamente no tenemos ese dato fino con la información disponible en la Argentina. Lo que sí sabemos es que ese fenómeno estaba fuertemente concentrado en las provincias del noreste y del noroeste. Provincias que son, respecto del promedio, más pobres que el resto de las jurisdicciones. Razón por lo cual te diría que cualitativamente ese fenómeno del embarazo en la adolescencia gravita más en los sectores más vulnerables que en los sectores menos vulnerables de la sociedad. Al diseñar el Plan ENIA, el gobierno del presidente Macri entendió que este problema no era solo un problema para las adolescentes, sino que también era un problema para el desarrollo del país. Porque la maternidad temprana compromete también al país en su conjunto. El hecho de tener recursos humanos menos calificados afecta el mercado de trabajo de la Argentina y, de última, también afecta los ingresos al fisco, porque esos trabajos son menos remunerados, aportan menos impuestos. El abandono escolar, la deserción también escolar es uno de los problemas graves de la Argentina.
Hay estadísticas que muestran la relación estrecha entre pobreza y abandono escolar: el 80% de los hijos de las clases medias y altas termina el secundario, pero solo lo hace el 20 o 30% en las clases bajas.
Uno de los factores del abandono escolar en las niñas son las maternidades tempranas, pero también el hecho de que las chicas de familias más pobres terminan ocupándose de la crianza de sus hermanos, porque la mamá sale a trabajar.
Diversos estudios demuestran que el nivel de estudios de la madre es determinante en las trayectorias escolares de sus hijos, más que el padre. Si la madre terminó la secundaria o fue a la universidad, es probable que sus hijos también lo hagan. Por eso los organismos internacionales han fortalecido los programas sociales y educativos dirigidos a las niñas y mujeres.
Muy apropiado lo que estás trayendo porque hay evidencia que muestra que los niños nacidos de madres adolescentes tienen peores performances educativas y tienen mayores probabilidades también de abandono escolar que los hijos nacidos de mujeres adultas, de más de 20 años.
Las altísimas tasas de pobreza infantil, 6 de cada 10 niños vive en la pobreza, y de abandono escolar, 50% de los alumnos no termina la secundaria, revelan que la Argentina no cuenta con ciudadanas y ciudadanos preparados para desempeñarse en la economía del conocimiento de este siglo. Es un problema no solo personal, sino social y económico.
Todas estas cuestiones hacen al bienestar colectivo. No olvidemos, además, que los embarazos en niñas menores de 15 años están altamente asociados al abuso sexual reiterado. Cuando empezó el Plan ENIA, había aproximadamente 110.000 bebés nacidos de madres adolescentes por año. Unos 3.200 de madres menores de 15 años. En una amplísima mayoría fruto de abusos sexuales, generalmente de familiares o personas cercanas. Un abuelo, un padrastro, un hermano, un tío, que las violan sistemáticamente. Para que una niña quede embarazada se necesitan muchas violaciones, disculpen que lo diga de esta manera. Es un fenómeno de repetición particularmente terrible. Y muchas veces es difícil intervenir porque hay connivencia familiar.
La niña tiene muy poco poder o casi nulo para enfrentar a algún adulto y contarle lo que le está pasando. El plan demostró que la educación sexual es muy importante porque allí donde lo implementamos aumentaron las denuncias de abuso sexual. En buena medida por el hecho de que las niñas tenían en la escuela un espacio protegido para contarle a la maestra, al médico, a la asesora lo que les estaba pasando.
¿Cuáles fueron los dispositivos, los servicios del plan?
Eran cuatro. Las asesorías en salud integral en las escuelas estaban a cargo de asesores y asesoras capacitados especialmente. Asistían algunos días a la semana. Recibían la demanda espontánea, individual o grupal, de las y los adolescentes que se acercaban a hacer consultas o pedir información. No solo trabajaban sobre los temas de salud sexual y reproductiva, anticoncepción y aborto, sino también sobre cuestiones de violencia, bullying, nutrición, salud mental, suicidio. Era un lugar de acogida para los adolescentes.
¿Qué tipo de profesionales participaban?
Psicólogos, trabajadores sociales, algunos médicos, algunas obstétricas, educadores, a quienes se capacitaba con una serie de materiales y actividades que el propio plan había diseñado.
Los asesores atendían las consultas en este espacio protegido y también desarrollaban actividades en coordinación con las autoridades de la escuela, para colocar en la agenda escolar los problemas de nutrición, violencia, bullying, sexualidad, anticoncepción.
¿Cómo elegían las escuelas?
Se crearon asesorías en 36 departamentos de 12 provincias de la Argentina. Principalmente del NEA, NOA y algunos partidos de la provincia de Buenos Aires. Se incluyeron todas las escuelas públicas y algunas privadas. La fecundidad adolescente es más alta en aquellos lugares más pobres. Se seleccionaron distritos que tenían mayor situación de vulnerabilidad social.
¿Cómo se vinculaban con el sistema de salud?
Si la adolescente lo requería, los asesores en las escuelas gestionaban un turno protegido en el servicio de salud más cercano, donde la alumna podía recibir una consejería en salud sexual y reproductiva y eventualmente la provisión de un método anticonceptivo. El plan ofrecía todos los métodos, porque los métodos tienen que ser de libre elección, pero priorizaba el implante subdérmico, que es un anticonceptivo que dura aproximadamente 3-4 años. Tiene buena protección y no depende de que la muchacha recuerde tomarlo todos los días, como con las pastillas. Tampoco depende de la negociación con el varón, como ocurre con el preservativo, aunque el preservativo hay que usarlo siempre porque previene de otras cosas, no solo del embarazo. Estas consejerías en salud sexual y reproductiva estaban dentro de los servicios de salud, fundamentalmente en los centros de atención primaria más cercanos a las escuelas o a los domicilios de las chicas y los chicos. Otro dispositivo, similar a las asesorías en escuelas, operaba directamente en la comunidad, en clubes, en organizaciones sociales. Éramos conscientes de que una proporción importante de adolescentes no concurre a la escuela secundaria. La deserción escolar empieza fuertemente en el segundo o tercer año. El cuarto dispositivo era un refuerzo de la educación sexual en las escuelas con el desarrollo de materiales específicos que hasta ese momento la ESI (el programa de Educación Sexual Integral) no había desarrollado. Como los materiales vinculados al abuso sexual, a la anticoncepción y a la interrupción del embarazo, que se ponían a disposición de los docentes.
Cuando hablas de asesoramiento en cuanto a la interrupción del embarazo, ¿fue a partir de que se sancionó la ley en 2020?
Antes de sancionarse la ley de interrupción voluntaria del embarazo existían los abortos no punibles, permitidos por la ley, a causa de una violación, o por riesgo para la salud o la vida de la madre. El servicio de salud debía informar a las adolescentes respecto de estos derechos.
¿Qué resultados tuvo el plan?
El plan consiguió colocar el tema en la agenda pública, al punto que antes de que finalizara el gobierno de Alberto Fernández que lo continuó, las 24 provincias firmaron convenios con Nación para aplicarlo en sus respectivas jurisdicciones. Los otros impactos importantes fueron la reducción de la fecundidad adolescente a prácticamente la mitad, la tasa específica de embarazo adolescente era de 50 cada 1000 adolescentes en el 2018 y terminamos en 25 cada 1000 adolescentes en 2023. El otro impacto muy positivo del plan es que redujo las brechas. Cuando el plan se inició ya venía bajando la fecundidad adolescente en algunas provincias, pero la brecha, la distancia entre las provincias más pobres y las provincias más ricas, era una distancia muy considerable. Lo cual mostraba uno de los rasgos de la inequidad social en la Argentina. En cuanto a maternidad temprana, esa brecha se redujo también en un 50%, ¿qué quiero decir con esto? Que las provincias priorizadas por el plan ENIA aceleraron el ritmo de reducción de la fecundidad adolescente y se acercaron a las provincias más ricas, se redujo esa desigualdad que existía, en un 50%. Es un fenómeno digno de ser destacado porque tiene que ver con crear oportunidades similares en todo el país y no estar condenada por el hecho de nacer en tal o cual lugar a no tener oportunidades como sucedía antes del plan ENIA. Estábamos en buen camino hasta el desmantelamiento del plan.
¿Era muy costoso el Plan?
Nosotros encargamos un estudio llamado Milena al Fondo de Población de Naciones Unidas junto con UNICEF para evaluar cuál era el impacto económico de la reducción del embarazo en la adolescencia para el país. El estudio mostró que el ahorro al Estado en materia de asistencia a las maternidades tempranas, que suelen ser más caras porque tienen más complicaciones, era en ese momento del orden de los 165 millones de dólares anuales, lo cual implicaba 4.3 dólares de retorno por cada dólar invertido. El plan ENIA costaba 60 millones de dólares al año, pero el Estado se ahorraba 165 millones anuales por la reducción de los embarazos adolescentes. El 1 de abril vamos a presentar un trabajo sobre este tema.
¿Cómo era el sistema de evaluación del Plan?
Teníamos un sistema de monitoreo con alrededor de 50 indicadores que monitoreaban procesos y resultados. Cada tres meses se publicaba un informe técnico elaborado por los equipos de monitoreo tanto en las provincias como en el nivel central. Tenemos gráficos por provincia. En cinco años se redujo el embarazo adolescente a la mitad.
¿Qué pasó a partir de diciembre de 2023?
El plan cayó en las generalidades de los recortes y la obsesión por reducir el déficit fiscal como sea. No se evaluaron apropiadamente los costos y ni beneficios del plan, no solo para las adolescentes, sino para el país. Lamentablemente se dieron de baja todos los contratos, y sin recursos humanos el Plan ENIA no existe. De la noche a la mañana se transfirió a las provincias con la idea de que podían hacerse cargo. Pero eso no sucedió.
(*) El edificio fue demolido en y allí mismo se construyó la nueva sede del Ministerio de Desarrollo Social de la ciudad de Buenos Aires.