Tareas compartidas: ¿un cambio en el paradigma del sistema de salud?

La Organización Mundial de la Salud impulsa la estrategia de tareas compartidas para optimizar los recursos del sistema sanitario. La recomienda para la atención del aborto en vista de los avances científicos y tecnológicos.

En sus lineamientos para la atención del aborto, la Organización Mundial de la Salud introduce el término de tareas compartidas (task sharing en inglés, también conocidas como “reparto de tareas” o task shifting).

Se trata de una estrategia de políticas de salud destinada a mejorar el uso de los recursos de los sistemas. ¿Cómo? Mediante la formación de personal que normalmente no ha tenido competencias para ciertas tareas, de manera que pueda desempeñarse en ellas y ampliar el acceso a la atención de la salud.

La estrategia de tareas compartidas es, entonces y ante todo, un proceso de ampliación del elenco de profesionales formados y facultados para llevar adelante determinadas prácticas.

Las tareas compartidas en la atención del aborto

Según un trabajo desarrollado por REDAAS, (al que podés acceder en este link) las tareas compartidas en aborto siguen dos tendencias. Por un lado, la transición de un modelo de atención basado en el médico que ejerce aisladamente su profesión a otro centrado en el trabajo multiprofesional. Por el otro, la evolución de las técnicas médicas que simplifican los requerimientos del personal de salud para ofrecer servicios de aborto seguro, permitiendo que más profesionales puedan intervenir en esta atención gracias al uso de medicamentos como el misoprostol y técnicas como la AMEU (aspiración manual endouterina).

«La estrategia de tareas compartidas no es solo una optimización de los recursos humanos disponibles; es un paso adelante hacia un sistema de salud más inclusivo, equitativo y justo. Al ampliar competencias a una gama más amplia de profesionales, estamos no solo mejorando la accesibilidad y la calidad de la atención, sino también redefiniendo y poniendo en valor cada rol dentro de los equipos», explica Agustina Ramón Michel, co-directora y coordinadora de la iniciativa que impulsa la formación en aborto de profesionales de la salud en REDAAS.

Algunos datos

Uno de los desafíos actuales para todos los sistemas de salud del mundo es alcanzar un equilibrio entre una demanda creciente de servicios y una oferta restringida. Por esto mismo, desde hace más de una década, las tareas compartidas emergen como una solución prometedora para optimizar ese equilibrio, cobrando relevancia en agendas globales y nacionales.

Argentina se presenta como un caso singular: la escasez estricta del número de trabajadores de la salud no parece ser el problema. La OMS ha establecido que el requerimiento mínimo de enfermeras, médicas y obstétricas para prestar servicios esenciales de salud reproductiva y materno infantil es de 23 por cada 10.000 habitantes. Teniendo en cuenta estos parámetros, los números de Argentina sorprenden positivamente en comparación con sus vecinos y países de renombre en la sanidad mundial: según datos del Observatorio Federal de Salud, para 2015, la proporción de personal de enfermería es de 52,19 por cada 10.000 habitantes y la de médicos alcanza los 39.4 por cada 10,000 habitantes, cifra que la sitúa a la par de naciones como Suiza y Australia.

Sí, en cambio, hay un problema de mala distribución del personal que genera que el número de profesionales de la salud que prestan servicios de aborto resulte subóptimo para muchas regiones, lo que se traduce, en estos sitios, en un problema de falta de personal. Según los registros, en el país, existen varias provincias que están lejos del número ideal de médicos por número de habitantes, como es el caso de Misiones, Jujuy, Catamarca, Salta, Santiago del Estero y Formosa. Esta situación se replica con las enfermeras, donde el problema en su distribución se profundiza en provincias como San Luis, Santiago del Estero, Catamarca, Misiones, Formosa y Corrientes, donde la tasa no alcanza a 20/10000 habitantes (cuando sólo se considera a las enfermeras profesionales y licenciadas en enfermerías).

“En este contexto, las tareas compartidas ofrecen un cambio vital en el acceso y calidad del aborto y atención posaborto en Argentina”, señala Gabriela Luchetti, médica ginecóloga e integrante del equipo de REDAAS. “Al promover la integración de obstétricas y enfermeras en estos servicios, se acortan los tiempos de espera y se fortalecen la atención primaria y el trabajo en equipo, al tiempo que se reducen costos y se mejora la satisfacción tanto de usuarias como de profesionales de la salud».

¿Qué necesita la Argentina para implementar esta estrategia en la atención del aborto?

Para que nuestro país pueda implementar las tareas compartidas se requiere modificar legislaciones referidas a las competencias profesionales de, por ejemplo, enfermería y obstetricia de modo que puedan incorporarse de manera más sistemática y estable a la atención integral del aborto.

En Argentina, la regulación del ejercicio profesional de la salud es potestad de las autoridades provinciales. Eso significa que la determinación de las competencias propias de cada profesión–el “quién puede hacer qué”- varía de jurisdicción en jurisdicción, aunque una ley nacional podría sentar las bases de ese cambio incluido estándares de atención.

“En nuestro país, la ley 27.610 permite a cualquier personal de la salud participar en el proceso de atención del aborto. No la limita al personal médico. El problema surge de las leyes de incumbencia profesional, que tienden a limitar el rol que puede asumir el personal de enfermería o las obstétricas en esta atención. Por eso, es imprescindible modificar estas regulaciones”, explica Dana Repka, abogada parte del equipo de REDAAS.

Por otro lado, urge también adecuar los planes de estudio de carreras de grado de licenciatura en enfermería, licenciatura en trabajo social, medicina y licenciatura en obstetricia para incorporar la salud sexual y reproductiva en general, y el aborto en particular, desde una perspectiva de derechos asegurando que los graduados desarrollen las competencias necesarias para la práctica, incluido el entrenamiento en habilidades de comunicación y apoyo psicoemocional.

Roberta Ladenheim, médica e integrante de REDAAS, en este sentido, afirma que “todo lo que tiene que ver con el trabajo colaborativo e interprofesional debe empezar en la formación de grado y posgrado. Allí es donde debemos poner en valor el contenido de salud sexual y reproductiva e IVE/ILE, asegurando el desarrollo de las competencias profesionales necesarias».

¿Qué países del mundo ya aplican la estrategia de tareas compartidas?

👉 Hacia 2007, Suecia comenzó un proceso de incorporar a las obstétricas en la atención del aborto.  Hoy, existen más de 50 unidades donde estas profesionales intervienen en la atención del aborto.

👉 En Bangladesh, desde hace más de 30 años, enfermeras, paramédicos y agentes sanitarios están habilitados para usar misoprostol y mifepristona en la atención del aborto.

👉 En Túnez, desde 2011 las obstétricas son las principales proveedoras de aborto con medicamentos.

👉 En India, más del 70% de los abortos se realiza con medicamentos, en los cuales los farmacéuticos cumplen un rol fundamental en la provisión de información y acceso a la mifepristona y al misoprostol.


La estrategia de tareas compartidas ya se ha concretado en varios países, tanto en la atención del aborto como en otras áreas. Se trata de una política de salud pública que vino para quedarse. En nuestro país, hay factores que facilitan su implementación, como la Ley 27.610 de Argentina. Sin embargo, será crucial avanzar en la modificación de las leyes de incumbencias profesionales, así como también en la actualización de los currículos de formación en salud, asegurando que todos los profesionales estén preparados para traducir en prácticas reales y valiosas el enfoque de las tareas compartidas.

*Esta nota fue desarrollada en colaboración con las autoras del documento Tareas Compartidas: una oportunidad para la atención del aborto en Argentina.